Enhorabuena por el podcast, me ha parecido muy interesante. Lo recomiendo. Y también por el cierre de este primer año. Es un texto ambicioso, muy trabajado, con una voluntad clara de sistema y una capacidad grande para articular psicología, aprendizaje, historia y economía en un mismo marco. Se nota el recorrido y la coherencia del proyecto.
Gracias por compartirlo y por mantener un espacio de pensamiento tan exigente.
1.-La relación con las "enfermedades mentales" es palmaria. Siguiendo con lo qué dices, parece evidente que se nos transmite una preferencia comportamental por ciertas emociones y pensamientos que nos hace vulnerables. Así, cualquier mínimo reducto de insatisfacción es visto como algo intolerable, como un anti-valor que hay que eliminar, lo cual lleva a una obsesión y a la incapacidad de afrontarlos, pues nos sensibilizamos en exceso y disminuye a la larga el umbral de sufrimiento (una especie de hormesis). También es paradójico que algunos de los mecanismos para distanciarse de los pensamientos y emociones contribuyan a los mismos (meditación, cambio de pensamientos ¿irracionales por racionales?), pues siguen sustentando como importantes esas emociones y pensamientos sin llegar a comprender que sin considerarlo importante mengua su relevancia.
Además, el lenguaje psicológico-patológico se ha convertido en el imperante y no da lugar a otros lenguajes o conceptualizaciones del asunto, ya sea uno moral, religioso, político, de decisiones vitales en sociedad o uno más causal, como el que propones. Antaño se tenían posesiones demoníacas, casos de histeria (Charcot, luego Freud) o contactos con espíritus, como el alcoholismo era un vicio. Cada conceptualización tiene sus ventajas: considerar enfermo a un depresivo le quita estigma, sí, pero también tiende a producir profecías auto-cumplidas y a producir cierta complacencia social que refuerza esa conducta. A un poseído se le toleraban cosas que no a alguien normal, como desahogarse, ser maleducado o evitar deberes, pues no es "él", en su sano juicio, sino él enajenado por espíritus malignos o enfermedades mentales.
De este modo, ante una vida vacía sin nada a lo que dedicarse nace la depresión, y así se explican muchos de los casos de personas mayores, jubiladas o cuyos hijos ya se han independizado. Para los jóvenes más de lo mismo: no se les ha enseñado ningún valor rector y entonces no tienen qué rija su vida y sufren a la mínima, pues no hay ninguna preferencia comportamental que justifique la insatisfacción.
2.-A su vez, esto se combina con el valor individualista-subjetivo. Es decir: aprendemos que el comportamiento más importante es nuestro bienestar, es mirarnos al ombligo y no mirar más allá. Entonces, cuando la vida está centrada en uno mismo y uno no es capaz de hallar bienestar se le derrumba el mundo encima y deviene preso de la propia mente. Cualquier sufrimiento cuya causa codifiquemos como externa es fácilmente reducible (puedo gritarle al conductor de al lado o gritarle al médico que no ha curado a mi hijo). En cambio, cuando no hay codificación externa, no hay forma de reducir ese sufrimiento (la propia depresión o la propia ansiedad como desconectada de algo externo). La disminución de la natalidad y la disolución de familias amplias así como de matrimonios, por ejemplo, hace que muchos de los valores que puedan regir una vida desaparezcan, sustituidos por el propio bienestar. Por eso todo el mundo busca aficiones, objetivos, propósitos, para intentar saciar esa preferencia de nuestra época que está centrada en nosotros mismos. De este modo hallamos muchos casos de salidas a supuestas "enfermedades mentales" con un cambio de rutina, con nuevos micro-valores en cambios de contexto. El problema es que esos valores son mucho más débiles y cambiantes, pues sólo los sustenta uno mismo, mientras que otros valores son mucho más rígidos. Esto explica las sectas y los sub-grupos: ¿cuantos cincuentones se apuntan a grupos de budismo o de crossfit y por qué? Para conseguir que ese contexto sea más rígido e incluyan relaciones sociales, pero tales uniones sociales por afinidad suelen disolverse más rápidas que aquellas regidas por el deber.
Así, uno puede disfrutar de un mes dedicado a la cerámica (son sintomáticas las extraescolares para adultos), pero cuando se le pase el subidón seguirá pensando "no estoy del todo bien". Otro ejemplo es la insatisfacción laboral, existente porqué se ha transmitido que el trabajo debe ser algo grato y especial. Yo he visto a mucha gente de clase media universitaria frustrada con trabajos cómodos y a poco currela en la misma situación con trabajos duros. El primero ha recibido el valor de un trabajo especial y no tiene el valor de la necesidad económica, mientras que el segundo ha recibido el valor de que currar es lo qué hay y punto, sin más milongas.
3.-Es muy difícil y contrario a nuestra naturaleza mamífera social vivir sin razones (en un ocio permanente) y sin vínculos sociales rígidos. Aceptar una vida sin "sentido", sin nada a lo qué orientarse ni nada qué hacer, es algo reservado a pocos. Igual que con las conceptualizaciones de sucesos. Alguien que no considere "mala" la muerte de sus padres o de su mujer es visto como alguien inmoral, frio, raro o inhumano, incluso como patológico. Sirva esto como ejemplo de esas genealogías de valor cultural y biológicamente determinadas.
4.- Muy grato encontrar tu lectura. Al principio me costó pillar tu "jerga" y tus coordenadas, pero ya he logrado traducir tus conceptos a los míos y he hallado muchas afinidades y concordancias sobre ciertos fenómenos que pueden exponerse de muchos modos pero refieren a las mismas realidades. Seguimos leyéndonos el año que viene si la diosa fortuna lo tiene a bien.
Saludos, y felices fiestas.
PD: Como regalo de navidades, si no lo has leído, creo que puedes gozar mucho de cualquier cosa de George Santayana, afín a mucho de lo que expones.
Muchas gracias, Calda, me alegro mucho de que me hayas decodificado, jejeje. Es cierto que la mitad del esfuerzo de leer al otro es aprender su vocabulario, porque en estos temas siempre se acaban redefiniendo algunas palabras.
Aunque lógicamente no coincidimos en todo, yo también creo que en líneas generales estamos muy de acuerdo. Estructuralmente, no creo que haya una diferencia entre valores "individuales" y "grupales", porque todos se manifiestan a nivel individual y todos proceden del grupo, pero es una cuestión de matiz, porque lo que estás señalando sigue siendo cierto: antes había valores más estandarizados, impuestos y homogéneos, y ahora vivimos entre valores más granulares y por lo tanto más inestables y particularizados. Me quedo con la granularidad actual, con la libertad (en el sentido de apertura de opciones) que implica, y que además me parece inevitable, pero sí creo que, como señalas, pueden dar lugar a más problemas mentales y afectivos: la incapacidad para alimentarlos, por su dificultad o porque simplemente los desconozco, conduce a depresiones (al "no tengo valor"); ninguna solución de grano gordo funciona, porque cada persona está más individualizada; y en la medida en que cada uno tiene que resolver sus combinación única de valores, se dan encajes cada vez más difíciles.
No sabía nada de Santayana, solo me sonaba el nombre, pero lo he buscado y suena muy interesante. Me lo apunto.
El tema es que esa granularidad es débil. Con esto quiero decir que hay muchos valores en contradicción que se oponen todo el rato entre sí, dando lugar a la contínua comparación con alternativas y la perdida de satisfacción de un valor por el otro, sin hallar nunca el punto de decir: "vale, esto regirá mi vida para siempre". Además, tales valores fluctúan mucho y no tiene detrás el grado de coerción/motivación que sí tienen los de "grano gordo"; esa inestabilidad que mencionas. Ello lleva a cansarse rápido de uno e ir en busca de otro, como sucede con la insatisfacción laboral "per se", que no es más que el soliloquio auto-consciente por alternativas imaginarias (contrafácticas y aprendidas del ambiente) y no la insatisfacción del dolor de lumbago de un transportista. Esta insatisfacción más "rumiativa" persiste en casa y se alimenta con ensoñaciones (las novelas del XIX son muy ilustrativas al respecto, como las pelis de Netflix). Esto combinado con el foco en las emociones y pensamientos propios genera una especie de bucles detrás de muchas problemáticas de salud mental. Si le sumas la disminución de los vínculos sociales por deber y dependencia (familia, hijos, valores orientados a futuro), se refuerza el foco en uno mismo y esos valores propios, desconectados de los demás y por ello más inestables. Cuando un malestar responde a un deber, ya sea de grano "gordo o chico" resulta tolerable y no problemático (está justificado, por así decir); pero cuando el propio malestar es el valor a perseguir es difícil para la mayoría conseguirlo sin el dominio mental y el conocimiento sobre qué es ese malestar y cómo ha llegado a ser.
Y sí, es inevitable la granularidad, porque es efecto de cambios sociológicos más estructurales; no pudiendo imponerse un "grano gordo" desde arriba, por así decir (digo esto por los voceros de vuelta al cristianismo o los incentivos en natalidad, que ignoran esas causas profundas estructurales que están detrás de estos cambios).
Y sobre Santayana, sus mejores obras filosóficas son "Escepticismo y fe animal" y "Los reinos del ser". Luego tiene muchas obras pequeñas variadas y una autobiografia que es una absoluta delicia "Personas y lugares". No sólo es un tipo inteligente, lúcido y capaz de abarcar lo mejor de materialismos e idealismos varios y de lo moderno y la tradición, sino que escribe como Dios. Leerle es una experiencia estética y cognoscitiva brutal.
Están los dos complicadillos de encontrar en el original y en papel (dos fetichismos míos), pero algo encontraré. Y si no queda otro remedio, leeré el ebook...
Yo tiré de bibliotecas en Cataluña, sobretodo el de Los reinos del ser que es inencontrable si no (había tres o cuatro unidades en todo la Comunidad) . Últimamente están reeditando y publicando nuevas cosas suyas en español, pero este y el de Personas y Lugares aún no lo han sido. El de Escepticismo y fe animal (su mejor trabajo) si estaba a la venta hace pocos años.
Yo jamá leí nada en eebok, ni un artículo de PDF de más de quinze páginas puedo leer con el PC...
Gracias, Eduardo. Como otras veces, tu análisis me parece muy fecundo e interesante, pero me distancio un tanto de tu consideración de que la dinámica jerarquización de valores depende tantísimo del aprendizaje, de la interacción social y de la trayectoria personal de cada uno. Creo que el factor biológico no puede orillarse: en realidad, creo que ese aprendizaje o esa interacción social lo que hacen es ayudarnos a comprender cómo estamos genéticamente configurados, con nuestras contradicciones y ambivalencias, e ir "descubriendo" en un alto porcentaje nuestra propia disposición natural a ordenar esa escala de valores. Indudablemente, el fenotipo evoluciona con el ambiente, y ofrecer una plasticidad enorme, pero en una reflexión de este tipo he echado en falta un mayor reconocimiento a esa base biológica.
¡Gracias Javier! Tienes razón en que pongo el énfasis en el aprendizaje y no menciono casi las disposiciones naturales, aunque no las niego. En algunos casos básicos (mi amigo Germán menciona en el podcast el reconocimiento facial, por ejemplo) creo incluso que están hardcodeadas. Pero por lo que respecta a comportamientos macro, en el debate naturaleza-aprendizaje, me parece que la pregunta clave no es si existe o no una disposición natural, sino, ¿puede ser reescrita, mediada por el aprendizaje? Y si puede, ¿hasta qué punto? ¿Por completo o se mantiene una tendencia contra la que el comportamiento aprendido necesita luchar una y otra vez?
Creo que el ejemplo de las huelgas de hambre evidencia que incluso las disposiciones más básicas pueden ser mediadas. La segunda pregunta es más complicada. Si decimos que la mediación necesita ser reforzada, entra en juego el concepto de represión, y comenzamos a pintar ese cuadro bien conocido del ser humano como “animal enfermo de civilización” (Freud o Nietzsche), siempre incómodo en su piel (Rilke diciendo en la Primera Elegía que los animales saben que no nos encontramos cómodos en el mundo interpretado). ¿Es realmente necesario añadir estas complicaciones para explicar los comportamientos que observamos? Me pregunto si tienes algún comportamiento concreto en mente.
Por cierto, la idea del podcast, que comienza “de veras” en febrero, es comentar con una persona que vaya rotando algunos de los posts. No sé si te apuntarías a conversar sobre estos temas en alguna de las entregas. No me gustan los debates, las charlas argumentativas, y me de la impresión de que a ti tampoco, pero creo que podríamos tener una conversación interesante y productiva.
Enhorabuena por el podcast, me ha parecido muy interesante. Lo recomiendo. Y también por el cierre de este primer año. Es un texto ambicioso, muy trabajado, con una voluntad clara de sistema y una capacidad grande para articular psicología, aprendizaje, historia y economía en un mismo marco. Se nota el recorrido y la coherencia del proyecto.
Gracias por compartirlo y por mantener un espacio de pensamiento tan exigente.
Abrazo!
¡Muchas gracias Araceli!
1.-La relación con las "enfermedades mentales" es palmaria. Siguiendo con lo qué dices, parece evidente que se nos transmite una preferencia comportamental por ciertas emociones y pensamientos que nos hace vulnerables. Así, cualquier mínimo reducto de insatisfacción es visto como algo intolerable, como un anti-valor que hay que eliminar, lo cual lleva a una obsesión y a la incapacidad de afrontarlos, pues nos sensibilizamos en exceso y disminuye a la larga el umbral de sufrimiento (una especie de hormesis). También es paradójico que algunos de los mecanismos para distanciarse de los pensamientos y emociones contribuyan a los mismos (meditación, cambio de pensamientos ¿irracionales por racionales?), pues siguen sustentando como importantes esas emociones y pensamientos sin llegar a comprender que sin considerarlo importante mengua su relevancia.
Además, el lenguaje psicológico-patológico se ha convertido en el imperante y no da lugar a otros lenguajes o conceptualizaciones del asunto, ya sea uno moral, religioso, político, de decisiones vitales en sociedad o uno más causal, como el que propones. Antaño se tenían posesiones demoníacas, casos de histeria (Charcot, luego Freud) o contactos con espíritus, como el alcoholismo era un vicio. Cada conceptualización tiene sus ventajas: considerar enfermo a un depresivo le quita estigma, sí, pero también tiende a producir profecías auto-cumplidas y a producir cierta complacencia social que refuerza esa conducta. A un poseído se le toleraban cosas que no a alguien normal, como desahogarse, ser maleducado o evitar deberes, pues no es "él", en su sano juicio, sino él enajenado por espíritus malignos o enfermedades mentales.
De este modo, ante una vida vacía sin nada a lo que dedicarse nace la depresión, y así se explican muchos de los casos de personas mayores, jubiladas o cuyos hijos ya se han independizado. Para los jóvenes más de lo mismo: no se les ha enseñado ningún valor rector y entonces no tienen qué rija su vida y sufren a la mínima, pues no hay ninguna preferencia comportamental que justifique la insatisfacción.
2.-A su vez, esto se combina con el valor individualista-subjetivo. Es decir: aprendemos que el comportamiento más importante es nuestro bienestar, es mirarnos al ombligo y no mirar más allá. Entonces, cuando la vida está centrada en uno mismo y uno no es capaz de hallar bienestar se le derrumba el mundo encima y deviene preso de la propia mente. Cualquier sufrimiento cuya causa codifiquemos como externa es fácilmente reducible (puedo gritarle al conductor de al lado o gritarle al médico que no ha curado a mi hijo). En cambio, cuando no hay codificación externa, no hay forma de reducir ese sufrimiento (la propia depresión o la propia ansiedad como desconectada de algo externo). La disminución de la natalidad y la disolución de familias amplias así como de matrimonios, por ejemplo, hace que muchos de los valores que puedan regir una vida desaparezcan, sustituidos por el propio bienestar. Por eso todo el mundo busca aficiones, objetivos, propósitos, para intentar saciar esa preferencia de nuestra época que está centrada en nosotros mismos. De este modo hallamos muchos casos de salidas a supuestas "enfermedades mentales" con un cambio de rutina, con nuevos micro-valores en cambios de contexto. El problema es que esos valores son mucho más débiles y cambiantes, pues sólo los sustenta uno mismo, mientras que otros valores son mucho más rígidos. Esto explica las sectas y los sub-grupos: ¿cuantos cincuentones se apuntan a grupos de budismo o de crossfit y por qué? Para conseguir que ese contexto sea más rígido e incluyan relaciones sociales, pero tales uniones sociales por afinidad suelen disolverse más rápidas que aquellas regidas por el deber.
Así, uno puede disfrutar de un mes dedicado a la cerámica (son sintomáticas las extraescolares para adultos), pero cuando se le pase el subidón seguirá pensando "no estoy del todo bien". Otro ejemplo es la insatisfacción laboral, existente porqué se ha transmitido que el trabajo debe ser algo grato y especial. Yo he visto a mucha gente de clase media universitaria frustrada con trabajos cómodos y a poco currela en la misma situación con trabajos duros. El primero ha recibido el valor de un trabajo especial y no tiene el valor de la necesidad económica, mientras que el segundo ha recibido el valor de que currar es lo qué hay y punto, sin más milongas.
3.-Es muy difícil y contrario a nuestra naturaleza mamífera social vivir sin razones (en un ocio permanente) y sin vínculos sociales rígidos. Aceptar una vida sin "sentido", sin nada a lo qué orientarse ni nada qué hacer, es algo reservado a pocos. Igual que con las conceptualizaciones de sucesos. Alguien que no considere "mala" la muerte de sus padres o de su mujer es visto como alguien inmoral, frio, raro o inhumano, incluso como patológico. Sirva esto como ejemplo de esas genealogías de valor cultural y biológicamente determinadas.
4.- Muy grato encontrar tu lectura. Al principio me costó pillar tu "jerga" y tus coordenadas, pero ya he logrado traducir tus conceptos a los míos y he hallado muchas afinidades y concordancias sobre ciertos fenómenos que pueden exponerse de muchos modos pero refieren a las mismas realidades. Seguimos leyéndonos el año que viene si la diosa fortuna lo tiene a bien.
Saludos, y felices fiestas.
PD: Como regalo de navidades, si no lo has leído, creo que puedes gozar mucho de cualquier cosa de George Santayana, afín a mucho de lo que expones.
Muchas gracias, Calda, me alegro mucho de que me hayas decodificado, jejeje. Es cierto que la mitad del esfuerzo de leer al otro es aprender su vocabulario, porque en estos temas siempre se acaban redefiniendo algunas palabras.
Aunque lógicamente no coincidimos en todo, yo también creo que en líneas generales estamos muy de acuerdo. Estructuralmente, no creo que haya una diferencia entre valores "individuales" y "grupales", porque todos se manifiestan a nivel individual y todos proceden del grupo, pero es una cuestión de matiz, porque lo que estás señalando sigue siendo cierto: antes había valores más estandarizados, impuestos y homogéneos, y ahora vivimos entre valores más granulares y por lo tanto más inestables y particularizados. Me quedo con la granularidad actual, con la libertad (en el sentido de apertura de opciones) que implica, y que además me parece inevitable, pero sí creo que, como señalas, pueden dar lugar a más problemas mentales y afectivos: la incapacidad para alimentarlos, por su dificultad o porque simplemente los desconozco, conduce a depresiones (al "no tengo valor"); ninguna solución de grano gordo funciona, porque cada persona está más individualizada; y en la medida en que cada uno tiene que resolver sus combinación única de valores, se dan encajes cada vez más difíciles.
No sabía nada de Santayana, solo me sonaba el nombre, pero lo he buscado y suena muy interesante. Me lo apunto.
Felices fiestas a ti también!
El tema es que esa granularidad es débil. Con esto quiero decir que hay muchos valores en contradicción que se oponen todo el rato entre sí, dando lugar a la contínua comparación con alternativas y la perdida de satisfacción de un valor por el otro, sin hallar nunca el punto de decir: "vale, esto regirá mi vida para siempre". Además, tales valores fluctúan mucho y no tiene detrás el grado de coerción/motivación que sí tienen los de "grano gordo"; esa inestabilidad que mencionas. Ello lleva a cansarse rápido de uno e ir en busca de otro, como sucede con la insatisfacción laboral "per se", que no es más que el soliloquio auto-consciente por alternativas imaginarias (contrafácticas y aprendidas del ambiente) y no la insatisfacción del dolor de lumbago de un transportista. Esta insatisfacción más "rumiativa" persiste en casa y se alimenta con ensoñaciones (las novelas del XIX son muy ilustrativas al respecto, como las pelis de Netflix). Esto combinado con el foco en las emociones y pensamientos propios genera una especie de bucles detrás de muchas problemáticas de salud mental. Si le sumas la disminución de los vínculos sociales por deber y dependencia (familia, hijos, valores orientados a futuro), se refuerza el foco en uno mismo y esos valores propios, desconectados de los demás y por ello más inestables. Cuando un malestar responde a un deber, ya sea de grano "gordo o chico" resulta tolerable y no problemático (está justificado, por así decir); pero cuando el propio malestar es el valor a perseguir es difícil para la mayoría conseguirlo sin el dominio mental y el conocimiento sobre qué es ese malestar y cómo ha llegado a ser.
Y sí, es inevitable la granularidad, porque es efecto de cambios sociológicos más estructurales; no pudiendo imponerse un "grano gordo" desde arriba, por así decir (digo esto por los voceros de vuelta al cristianismo o los incentivos en natalidad, que ignoran esas causas profundas estructurales que están detrás de estos cambios).
Y sobre Santayana, sus mejores obras filosóficas son "Escepticismo y fe animal" y "Los reinos del ser". Luego tiene muchas obras pequeñas variadas y una autobiografia que es una absoluta delicia "Personas y lugares". No sólo es un tipo inteligente, lúcido y capaz de abarcar lo mejor de materialismos e idealismos varios y de lo moderno y la tradición, sino que escribe como Dios. Leerle es una experiencia estética y cognoscitiva brutal.
Están los dos complicadillos de encontrar en el original y en papel (dos fetichismos míos), pero algo encontraré. Y si no queda otro remedio, leeré el ebook...
Yo tiré de bibliotecas en Cataluña, sobretodo el de Los reinos del ser que es inencontrable si no (había tres o cuatro unidades en todo la Comunidad) . Últimamente están reeditando y publicando nuevas cosas suyas en español, pero este y el de Personas y Lugares aún no lo han sido. El de Escepticismo y fe animal (su mejor trabajo) si estaba a la venta hace pocos años.
Yo jamá leí nada en eebok, ni un artículo de PDF de más de quinze páginas puedo leer con el PC...
Gracias, Eduardo. Como otras veces, tu análisis me parece muy fecundo e interesante, pero me distancio un tanto de tu consideración de que la dinámica jerarquización de valores depende tantísimo del aprendizaje, de la interacción social y de la trayectoria personal de cada uno. Creo que el factor biológico no puede orillarse: en realidad, creo que ese aprendizaje o esa interacción social lo que hacen es ayudarnos a comprender cómo estamos genéticamente configurados, con nuestras contradicciones y ambivalencias, e ir "descubriendo" en un alto porcentaje nuestra propia disposición natural a ordenar esa escala de valores. Indudablemente, el fenotipo evoluciona con el ambiente, y ofrecer una plasticidad enorme, pero en una reflexión de este tipo he echado en falta un mayor reconocimiento a esa base biológica.
¡Gracias Javier! Tienes razón en que pongo el énfasis en el aprendizaje y no menciono casi las disposiciones naturales, aunque no las niego. En algunos casos básicos (mi amigo Germán menciona en el podcast el reconocimiento facial, por ejemplo) creo incluso que están hardcodeadas. Pero por lo que respecta a comportamientos macro, en el debate naturaleza-aprendizaje, me parece que la pregunta clave no es si existe o no una disposición natural, sino, ¿puede ser reescrita, mediada por el aprendizaje? Y si puede, ¿hasta qué punto? ¿Por completo o se mantiene una tendencia contra la que el comportamiento aprendido necesita luchar una y otra vez?
Creo que el ejemplo de las huelgas de hambre evidencia que incluso las disposiciones más básicas pueden ser mediadas. La segunda pregunta es más complicada. Si decimos que la mediación necesita ser reforzada, entra en juego el concepto de represión, y comenzamos a pintar ese cuadro bien conocido del ser humano como “animal enfermo de civilización” (Freud o Nietzsche), siempre incómodo en su piel (Rilke diciendo en la Primera Elegía que los animales saben que no nos encontramos cómodos en el mundo interpretado). ¿Es realmente necesario añadir estas complicaciones para explicar los comportamientos que observamos? Me pregunto si tienes algún comportamiento concreto en mente.
Por cierto, la idea del podcast, que comienza “de veras” en febrero, es comentar con una persona que vaya rotando algunos de los posts. No sé si te apuntarías a conversar sobre estos temas en alguna de las entregas. No me gustan los debates, las charlas argumentativas, y me de la impresión de que a ti tampoco, pero creo que podríamos tener una conversación interesante y productiva.
Suena bien. Hablamos por privado.