La narración de tu experiencia es muy entretenida, y para personas que como yo, nunca hemos salido del país, leer estos artículos de alguna forma incrementan nuestro "mundo". Eso, a pesar de que muchas veces solo sirva para constatar con desconcierto de que las cosas no son tan diferentes "aquí como allá", aún teniendo en cuenta las distinciones geográficas o culturales de los lugares involucrados.
En lo que he podido darme cuenta, siempre tienes la habilidad para conectar escenarios cotidianos con conceptos universales, y sobre esa expectativa leo casualmente tus artículos. En este caso, me gusta la descripción que haces usando terminologías "físicas" y concretas tales como "vectores" o "intensidad por número", para referirte a la efectividad de las marchas en una perspectiva macro histórica.
Luego, planteas una relación parcial o genérica entre esa dinámica multitudinal y la identidad individual . Y es en este último punto donde cuestiono, si la explotación del "sentimiento de sí" causado en gran parte por las redes sociales, ha provocado que estas marchas sean sólo eso, un fenómeno físico de intensidad y número disparando hacia diferentes direcciones, pero sin una solidez esencial, sin una base ideológica seria, sin propósito claro.
Al final, creo que las marchas, como fenómenos "físicos" no sirven de nada, quizás sólo aumenten el caos. Sin embargo, si ésta "física" es armonizada, consciente y pensante, puede generar cambios y abrir la posibilidad a un orden superior de las cosas.
Gracias Edward por otro comentario amable y meditado.
Cuando trabajaba en cocinas, recuerdo que nos decían que nos tomáramos muy en serio la queja de cualquier cliente porque, para cuando un decía algo, diez se habían ido insatisfechos. No me parece una mala regla general, y algo así creo que sucede con las protestas. Cada una de las personas que las atiende no es solo un elemento individual, sino el centro de una red conectada que esta persona en alguna medida representa e influencia, un síntoma de corrientes mucho mayores. No creo tampoco que sea necesario el pensamiento, creo que emerge después.
Pienso en las marchas que tuvieron lugar en España tras la crisis del 2008. A mí me decepcionó mucho todo lo que mencionas: su ineficacia, su falta de propuestas concretas, de "pensamiento". Tanto, que escribí una novela basada en ese desencanto, "Dantalión".
Pero con el tiempo, aquellas protestas dieron fruto, tanto en términos tangibles como en propuestas políticas concretas. Hubo gente que se conoció allí y comenzó a colaborar, otros que descubrieron que había espacio y demanda de nuevos movimiento. Hoy la situación política de España deja todavía mucho que desear, lógicamente, pero el bipartidismo contra el que protestábamos ha sido completamente destruido, dando lugar a una multiplicidad de voces mucho mayor. No estaría nada mal que sucediera algo parecido en EEUU, y desde los movimientos de Sanders y Mamdani en la izquierda y la propuesta de Musk en la derecha, parece que comenzamos a ir en esa dirección ...
La narración de tu experiencia es muy entretenida, y para personas que como yo, nunca hemos salido del país, leer estos artículos de alguna forma incrementan nuestro "mundo". Eso, a pesar de que muchas veces solo sirva para constatar con desconcierto de que las cosas no son tan diferentes "aquí como allá", aún teniendo en cuenta las distinciones geográficas o culturales de los lugares involucrados.
En lo que he podido darme cuenta, siempre tienes la habilidad para conectar escenarios cotidianos con conceptos universales, y sobre esa expectativa leo casualmente tus artículos. En este caso, me gusta la descripción que haces usando terminologías "físicas" y concretas tales como "vectores" o "intensidad por número", para referirte a la efectividad de las marchas en una perspectiva macro histórica.
Luego, planteas una relación parcial o genérica entre esa dinámica multitudinal y la identidad individual . Y es en este último punto donde cuestiono, si la explotación del "sentimiento de sí" causado en gran parte por las redes sociales, ha provocado que estas marchas sean sólo eso, un fenómeno físico de intensidad y número disparando hacia diferentes direcciones, pero sin una solidez esencial, sin una base ideológica seria, sin propósito claro.
Al final, creo que las marchas, como fenómenos "físicos" no sirven de nada, quizás sólo aumenten el caos. Sin embargo, si ésta "física" es armonizada, consciente y pensante, puede generar cambios y abrir la posibilidad a un orden superior de las cosas.
Gracias Edward por otro comentario amable y meditado.
Cuando trabajaba en cocinas, recuerdo que nos decían que nos tomáramos muy en serio la queja de cualquier cliente porque, para cuando un decía algo, diez se habían ido insatisfechos. No me parece una mala regla general, y algo así creo que sucede con las protestas. Cada una de las personas que las atiende no es solo un elemento individual, sino el centro de una red conectada que esta persona en alguna medida representa e influencia, un síntoma de corrientes mucho mayores. No creo tampoco que sea necesario el pensamiento, creo que emerge después.
Pienso en las marchas que tuvieron lugar en España tras la crisis del 2008. A mí me decepcionó mucho todo lo que mencionas: su ineficacia, su falta de propuestas concretas, de "pensamiento". Tanto, que escribí una novela basada en ese desencanto, "Dantalión".
Pero con el tiempo, aquellas protestas dieron fruto, tanto en términos tangibles como en propuestas políticas concretas. Hubo gente que se conoció allí y comenzó a colaborar, otros que descubrieron que había espacio y demanda de nuevos movimiento. Hoy la situación política de España deja todavía mucho que desear, lógicamente, pero el bipartidismo contra el que protestábamos ha sido completamente destruido, dando lugar a una multiplicidad de voces mucho mayor. No estaría nada mal que sucediera algo parecido en EEUU, y desde los movimientos de Sanders y Mamdani en la izquierda y la propuesta de Musk en la derecha, parece que comenzamos a ir en esa dirección ...